Un grupo de jóvenes químicos de la Universidad de Copenhague ha desarrollado una solución innovadora para el reciclado del poliéster que podría revolucionar la sostenibilidad de la industria textil. La separación del plástico y el algodón en un tejido mezclado ha planteado durante mucho tiempo problemas de reciclado en la industria.
«La industria textil necesita urgentemente una solución mejor para tratar tejidos mixtos como el poliéster y el algodón. En la actualidad, existen muy pocos métodos prácticos capaces de reciclar tanto el algodón como el plástico. Sin embargo, con nuestra técnica recién descubierta, podemos despolimerizar el poliéster en sus monómeros y, al mismo tiempo, recuperar el algodón en una escala de cientos de gramos, utilizando un método increíblemente sencillo y respetuoso con el medio ambiente. Esta metodología catalítica sin rastro podría cambiar las reglas del juego», explicó el post doctorado Yang Yang, del grupo de Jiwoong Lee en el Departamento de Química de la Universidad de Copenhague y autor principal del estudio.
Sin embargo, un nuevo método evita este problema sin necesidad de herramientas especiales. Según un artículo publicado en el portal en línea de la Universidad de Copenhague, la solución consiste en utilizar calor, un disolvente corriente no peligroso, y una sustancia doméstica común.
«Por ejemplo, podemos coger un vestido de poliéster, cortarlo en trozos pequeños y colocarlo en un recipiente. A continuación, añadimos un poco de disolvente suave y, después, sal que huele a amoníaco, que mucha gente conoce como agente leudante en productos horneados. A continuación, lo calentamos todo a 160°C y lo dejamos 24 horas. El resultado es un líquido en el que las fibras de plástico y algodón se depositan en capas distintas. Es un proceso sencillo y rentable», deatalló Shriaya Sharma, estudiante de doctorado del grupo de Jiwoong Lee en el departamento de Química y coautora del estudio.
El procedimiento emplea sal que huele a amoníaco, o bicarbonato amónico, que se descompone en amoníaco, CO2 y agua. La unión de amoníaco y CO2 cataliza una reacción específica llamada despolimerización selectiva, que descompone el poliéster pero mantiene indemnes las fibras de algodón. Aunque el amoníaco puede ser perjudicial por sí mismo, se vuelve seguro y ecológico cuando se combina con CO2. La naturaleza suave de estos productos químicos deja las fibras de algodón en buenas condiciones.
Este grupo de investigación había demostrado anteriormente que el CO2 podía actuar como catalizador para disolver nylon, entre otros materiales, sin dejar residuos. Este trabajo previo les llevó a investigar el potencial de la sal que huele a amoníaco. Los investigadores se mostraron encantados cuando este sencillo planteamiento dio resultados fructíferos.
«Al principio, nos entusiasmó ver que funcionaba tan bien sólo con las botellas de PET. Luego, cuando descubrimos que también funcionaba en el tejido de poliéster, nos quedamos extasiados. Era indescriptible. Que fuera tan sencillo de realizar era casi demasiado bueno para ser verdad», afirmó Carlo Di Bernardo, estudiante de doctorado y coautor del estudio.
Por el momento, esta técnica sólo se ha verificado en el laboratorio, pero su potencial para aplicaciones más amplias es evidente. Los científicos están colaborando activamente con empresas para estudiar la viabilidad del procedimiento a nivel industrial.